Meses después del asalto al Capitolio en Washington por parte de partidarios de Donald Trump que gritaban “cuelguen a Mike Pence”, el protagonista de esta furia está haciendo las paces con los republicanos y se perfila como rival de su antiguo jefe para la nominación presidencial de 2024.
El ex vicepresidente ha empezado a poner de lado años de lealtad inquebrantable a Donald Trump y está mostrando una nueva y desafiante faceta independiente, al tiempo que parece embarcarse en un desafío por la Casa Blanca.
Ha sido un tiempo agitado para este cristiano evangélico de 62 años que se convirtió en un paria del mundo de Trump tras rechazar las exigencias del líder republicano de anular las elecciones de 2020 desde su posición como presidente del Senado.
Reprendido constantemente por Trump después de la victoria de Joe Biden -e incluso abucheado al coro de “¡traidor!” en una conferencia conservadora en Florida- Pence continuó elogiando a su agresor en público.
Pero recientemente empezó a responder, diciendo que Trump estaba “equivocado” al insistir en que los vicepresidentes podían anular las elecciones, y además marcando sus diferencias con el ex mandatario en múltiples asuntos, desde la relación con el líder ruso, Vladimir Putin, hasta el derecho al aborto.
Más de una vez ha descartado presentarse en 2024, incluso si Trump está en la carrera, comentando a la prensa que él y su esposa Karen rezan sobre el tema e “irán a donde sean llamados”.
Pence ha pasado gran parte del último año recorriendo estados como Iowa, Carolina del Sur y New Hampshire, donde se han producido las primeras nominaciones, para reforzar su visión política como “cristiano, conservador, republicano, en ese orden”.
Una encuesta de YouGov, realizada el 9 de mayo, sobre los potenciales nominados republicanos para 2024 presentaba a Trump muy por delante con un 55%. El gobernador de Florida, Ron De Santis, estaba en segundo lugar con el 26%, mientras que Pence tenía un distante tercer lugar con el 7%.
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